понеделник, 7 ноември 2016 г.

De Ibiza a Malaga en bici - primera parte


   20.10.2016

   Y llegó el momento a abandonar la isla e irme a Málaga. Ya lo tenía planeado desde el año pasado, pero en aquella ocasión posible, aunque ahora no recuerdo el porqué.  Poco antes de viajar a Baleares había estado pensando cómo organizar mi equipaje antes de irme a Ibiza, de tal manera que intenté meter la tienda de campaña y el saco de dormir en la maleta, pero no cabían. Tampoco podía llevar más maletas, viajaba con mi jefe y me había advertido de que no habría mucho espacio libre en el coche y eso que, aparte de la maleta, también llevaba el cajón con la bici. Aun así había cargado las alforjas, el camping gas y las cosas para cocinar con una esperanza que no fueran un peso innecesario.
   A medida que se acercaba el día de mi partida empecé buscar tiendas de campaña y sacos de dormir de segunda mano, pero eso en Ibiza no es cosa fácil. Este no es el típico turismo habitual de estos lares: de segunda mano no se encuentra casi nada. Con la tienda la cosa fue más simple, compré la más barata de Decathlon, vale unos 23 euros, no es una maravilla, pero tampoco me hacía falta algo mejor para siete días. Es ridículo tener dos tiendas en casa y tener que comprar otra, pero... Con el saco fue más complicado. En Decathlon los hay baratos, incluso por debajo de los 10 euros, pero son para la temporada de verano y viajando por el sur de España, nunca sabes si hará fresco por las noches. Además, ya había pasado por la misma experiencia en Marruecos, dormir en un saco no diseñado para el frío que hacía, y no quería repetir la experiencia. Por otra parte, tampoco me apetecía gastarme 50-60 euros en algo que no necesitaría más de una semana, y por último, en casa ya tenía un saco bastante bueno.
Al final encontré uno de 5º grado y 0º de límite por ocho euros, increíble. Pero había que ir a recogerlo a Mallorca. Aunque tampoco es que me supusiera un gran problema porque podría visitar a un amigo que tengo allí y recoger un ejemplar de su libro. El problema fue que el saco estaba reservado. Escribí a la dueña, para ver si había suerte. Mientras esperaba respuesta estuve pensando en otras posibilidades, una de las cuales fue llevarme una manta conmigo, pero pesa mucho para la bici y además era del jefe, aunque no creo que él fuera a darse cuenta.
Cinco días antes de salir recibí la contestación: el tío que había reservado el saco no se había presentado, y que si todavía lo quería.... LO QUIERO! Cómo iba a negarme a comprar por ocho euros un saco que normalmente vale 60.
La chica tampoco tenía mucho tiempo libre y podíamos vernos únicamente la noche antes de irme de la isla, esperaba que no hubiera problemas... Pero bueno, no hace falta calentarse la cabeza, de todos modos me llevaré una sabana.
  

   Llegó el día de la salida. El ferry zarpaba a las 3.25 de la madrugada y yo tenía que trabajar, tenía un último espectáculo esa misma noche. Pensaba dormir por la tarde, para no estar muy cansado mañana al llegar a Mallorca, pero me fue imposible, estaba demasiado nervioso. Al final me pasé el día paseando, tomando café y leyendo mi libro, aunque con los nervios tampoco pude leer mucho. Lo único que me quedaba era terminar el trabajo, guardar los vaqueros en la maleta, ponerme las mallas y darle la maleta al jefe para que me la devolviera en Málaga a mi regreso.
    Me sentía algo tenso: el ultimo ¨viaje¨ que había hecho había durado solo cuatro días y de eso habían pasado muchos meses, además había viajado por una zona que me era conocida. Mi jefe me dijo: “Si quieres te doy la última noche libre para que puedas organizarte”, pero no me pareció bien, me hubiera vuelto loco de aburrimiento esperando la hora. Hasta las 11 tenía el tiempo cubierto, esperar hasta las dos, cargar la bici en la furgoneta y esperar a mi compañero que me prometió llevarme al puerto.
   Pero mi compi se fue a por algo, no sé dónde, y sobre la una me dí cuenta de que se había olvidado de mí. Me puse todas las luces, el chaleco reflectante y a pedalear. Tuve suerte, toda la tarde había estado lloviendo, pero poco antes de salir, la lluvia cesó y la luna me sonrió tímidamente entre las nubes.
   Llegar al puerto no es difícil, está a unos 15km, la mitad en subida, la otra mitad en bajada, así que la cosa se equilibra. Además tampoco hacía frío, pedaleaba en manga corta.


   Llegando a puerto, todo estaba bajo control. El billete comprado hacía una semana (unos 23 o 24 euros con el descuento de residente) y lo único que me quedaba era esperar a que viniera el ferry.

   21.10.2016

   A Mallorca llego temprano, sobre las siete de la madrugada. He conseguido dormir unas 2 horas (no está mal para un trayecto de 3h), me siento descansado, descargo la bici y salgo pedaleando. No sé a donde, pero pedaleo. En realidad tengo que ir a La Cala Rajada, donde vive mi amigo, pero hasta allá hay unos 80km. Puedo llegar en bici sin problemas, pero no tendré tiempo de verme con mi amigo. El plan es coger el tren hasta Manacor y pedalear los 30km que me quedan. Así tendremos tiempo de vernos, pasar la noche y el día siguiente, a media mañana, salir a Manacor y Palma de Mallorca, donde dormiré en la casa de un amigo suyo, y levantarme temprano y coger el ferry a las 8 de la mañana.


   Pedaleo tranquilito por el carril bici (hay un carril a la orilla del mar muy cómodo, aunque algo estrecho en algunos lugares) y paro al ver a un tío recogiendo basura de los cubos para preguntarle dónde se puede coger el tren. “Pueees...el tren sale desde la plaza España, pero como explicarte...sigues por el carril unos cuatro kilómetros más (¿cómo lo has calculado tío???) y después giras a la izquierda, pero no sé cómo explicarte donde girar”. “No se preocupe, una vez sabiendo la dirección aproximada yo ya me arreglo”.
  Todavía es de noche (oscuro al menos) hay muchos ciclistas usando el carril para ir a trabajar, al colegio, no sé... Por lo que  se ve, si hay infraestructuras la gente las aprovecha.
   La estación de tren la encontré sin problemas, había indicaciones para la misma y la plaza. En el tren puedes subir con la bici, pero debo tener en cuenta que la línea no esta electrificada del todo, así que debo cambiar de tren. “Ningún problema, dame el billete, el tren sale en 8 minutos”.


   No me entero de para qué son esos ganchos donde deben ponerse la bicis. No veo cómo puedo enganchar la bici allí, claro que tampoco se molestan en decirme cómo puedo apañármelas…
Mi amigo me llama para saber ver por dónde voy y me dice que es una pena, que el tiempo será malo y llovioso. Yo miro por las ventanas- a la izquierda nubes y lluvia, a la derecha nubes y lluvia, encima mía el cielo casi despejado... bueno, ya veremos.
   La estación para cambiar de tren está en medio de la nada, es súper estrecha, apenas tiene dos metros, casi no cabe la bicicleta. Bueno, al final llego a Manacor, bajo del tren y salgo en la dirección que creo es la mía. En una acera me paro para preguntarle a un hombre que quiere cruzar la calle, pero antes de poder decirle nada, el tío levanta la mano para agradecerme haber frenado y se va. Intento preguntarle a una chica, pero lleva auriculares y no me hace caso. Por suerte en la rotonda hay señales y una me indica hacia dónde debo ir.
   Pedaleando al lado de un edificio que parece un almacén (solo muros blancos y nada de ventanas), paso por la puerta y...


   ...y me doy cuenta de que es una panadería-pastelería y una mujer mayor prepara buñuelos delante. Tenía hambre y se me hizo la boca agua. No tenía ganas de parar a tomar café y el desayuno porque mi amigo me estaba esperando, pero esto es un desayuno de lujo. Me pregunta cuántos quiero, un kilo, medio kilo, un cuarto....le digo que un cuarto es suficiente; me cuesta 3e. Esto no lo esperaba, aunque pensándolo bien tampoco es tan caro. En las ferias, por 2.50 te echan unas 6-7 unidades mientras que la mujer me ha puesto de 25 a 30 buñuelos en el paquete, más que suficiente. Me como la mitad y engancho la bolsa al manillar para comerme el resto pedaleando. Ahora todo es más sencillo, puedo seguir las indicaciones. De pronto me encuentro al otro lado de la estación... había cogido la dirección equivocada desde el principio y prácticamente le he dado la vuelta a medio Manacor.
   Total que, salgo de Manacor y empiezo a pedalear de verdad. El cielo está despejado, no hay peligro de lluvia, pero el terreno no es llano, más bien lo contrario, voy subiendo y bajando una colina tras otra. Mi amigo me llama de nuevo para saber por dónde ando, le contesto que estoy llegando a Arta. “Y qué diablos haces en Arta?” “Y yo ¿qué coño sé?, estoy siguiendo las indicaciones”. Más tarde me enteraría de que había hecho unos 10 o 15km de más.
   En realidad las cuestas no eran tan duras, pero me costaron. Resulta que el año pasado estuve en esta isla trabajando durante un mes y me había imaginado que era una isla más o menos llana, pero claro, desde el coche todo se ve diferente. Psicológicamente no estaba preparado para tantas subidas y en ese momento empecé a preguntarme adónde coño iba en bici, si estos 30-40km me estaban machacando, no quería pensar en lo que me esperaba.... Al final resultó que los hice en unas dos horas, lo que tampoco está tan mal.
   Finalmente llego a Cala Rajada y mi amigo me pregunta si quiero subir una colina cercana, que ve cada día desde la puerta del trabajo... estoy cansado y quiero dormir... “Coño, no he venido aquí para dormir, venga, vámonos”. Ni me cambié de ropa, ni nada: guardé la bici, cogí la cámara y al ataque. Pasamos por el Lidl a comprar agua y algo de comer y nos vamos a caminar, a buscar senderos. Preguntamos a un tío que estaba paseando a su perro. No hay manera, no hay senderos, es imposible llegar arriba a pie, hay demasiado arbustos. Pues vale, gracias, y seguimos hacia adelante. De repente vemos algo, algo como un sendero: parecía una estrecha rambla horadada por el agua que baja de la colina en los días lluviosos. Al final tenía la razón. La subida no era muy dura, solo los arbustos nos arañaban las piernas, pero llegamos.


   Una vez en la cima de la colina, a la que no podíamos subir, bajamos por el otro lado y nos acercamos a la playa, un sitio precioso, por cierto.



   No sé que representa esa estatua, pero ahí estaba...


   ...y aquí, una cuevecita bajo del paseo marítimo.


   Y aquí estamos, discutiendo sobre las cosas de la vida. Más concretamente sobre las curvas de las chicas que por allí pasaban, si no me engaña la memoria...


   Y aquí estoy yo con mi libro y su autor. Por cierto el libro esta hecho a mano y pronto estará traducido al español.
   Lo que hice por la tarde no lo recuerdo bien. Me acuerdo de que mientras mi amigo estaba trabajando me fui de paseo por unas calles que no estaban iluminadas, sin otra intención que deambular. Después fui a hacer compañía a mi amigo, tomar alguna cerveza y finalmente vimos algunos capítulos de ¨Juego de Tronos¨,  serie de la que no había visto capítulo alguno hasta entonces.

   22.20.2016

   Hoy nos levantamos y salimos de paseo, tomamos café y pensamos qué vamos a preparar para comer. El tiempo era algo irregular, fresco, muchas nubes. Volvemos en casa, preparamos la comida y nos sentamos delante de ¨Juego de Tronos¨ mientras comemos. Al poco, el tiempo mejoró y el cielo se despejó y decidimos darnos un corto paseo hasta el faro.


   Aquí un amiguito tomaba su fiesta y no le importaba quién pasara por allí.


   Nos hemos encontrado con unos caminitos muy bonitos, donde apareció una cartera perdida. Dinero no había, pero estaba llena de tarjetas y documentos de un alemán, la guardamos para dársela a algún policía cuando lo veamos.


   Llegar al faro es fácil, además la carretera está pavimentada.


   Y ésta es la vista, también se ve una antigua torre de vigilancia. Claro con un 42 de zoom podría haberle hecho fotos desde mucho más cerca, pero entonces ¿cómo podríais contemplar el paisaje? Torres de esas hay por toda la costa española. En el camino a casa pasaré por muchas de ellas.
   Por cierto la isla es bonita y si estáis buscando un sitio tranquilo, Cala Rajada es una buena opción. No hay mucho ruido, tiene todas las comodidades para pasar unas buenas vacaciones, bares, restaurantes, Mercadona, Lidl, transporte público hacia Palma... Tan solo me faltó ver las playas, no sé como son, no les hice mucho caso.
   Sobre las dos y media estábamos en su casa y era hora de despedirnos. A la chica del saco le había dicho que cogería el tren de Manacor a las 18.30, pensando en coger el tren una hora antes para tener tiempo de sobra. El amigo de mi amigo estará trabajando hasta muy tarde, así que allí no habrá problemas.
 Entre preparar las alforjas, bajarlas, bajar la bici y cargar me habían dado casi las tres y media y me di cuenta de que era poco probable llegar al tren de las cinco. Además empezaba chispear.


   Me equivoqué saliendo del pueblo. Es pequeño, pero la calle por donde llegué es de una sola dirección y no tenía ganas de pedalear por la acera, pero al final no me quedó otra. Y mientras tanto empezó llover, pero a llover como dios manda. Un auténtico aguacero. Y yo pedaleando como un loco para llegar al Mercadona. Llevaba puesta mi chaqueta de lluvia y mis alforjas impermeables, pero la bolsa del manillar es solo resistente al agua, lo que significa que no se puede “nadar” con ella... Y estaba cayendo un diluvio en ese mismo momento. Llego al Mercadona, dejo la bici al resguardo de la lluvia y entro para comprarme dos bolsas. No es que una no me sirva, es que no quiero que luego me hagan falta. Salgo fuera, la lluvia ha cesado. Aun así empaqueté la bolsa antes de seguir.
   El día anterior me explicaron por dónde era mejor rodar para no hacer más kilómetros de los necesarios. Pero las señales volvieron a confundirme, tuve que sacar el teléfono y tirar de GPS. Al final, para volver de nuevo al camino, tuve que cruzar un pueblo, subiendo una buena cuesta. También bajarla, claro.
   Sigo pedaleando, casi no llueve, la cámara la tengo delante mía, pero escondida por debajo del chubasquero, lo malo es que el objetivo se está empapando. Unos kilómetros mas allá me encuentro con un túnel...


   ...poco antes hay una señal de una ruta ciclista. Justo entonces me cruzo con un ciclista alemán. Dice que el camino es bueno y que merece la pena, mejor que cruzar por el túnel. Sí, pero por lo que veo en el GPS, eso me haría rodar un kilometro más que por la carretera, mirando el carril, observo que comienza en una cuesta muy dura para subir por encima del túnel y el tío lleva una bici de carretera con unas ruedas más finas que mis dedos. A todo esto, el túnel no tiene más 200m de largo. Así que, luces a tope y palante.


   Al otro lado del túnel me paro para hacer alguna foto y me pregunto si no debo guardar el chubasquero, hace un buen rato que no llueve. Mientras resuelvo mis dudas veo como, tras una curva, se acerca una cortina de agua. Rápidamente escondo la cámara debajo del chubasquero, capucha, casco, tub.... joder macho, he olvidado el tubo para bucear....y palante. No recuerdo cuanto tiempo pasó, creo que no mucho, bajo la carretera se adivina una vía verde. Cruzando un puente miro por donde puedo bajar hacia ella y me tiro sin pensarlo. Bajo el puente me encontré con cuatro alemanes que no estaban preparados para lluvia y no sabían qué hacer. Me dijeron que la vía va hacia Son Severas, mi destino y sigo mi ruta. Poco después me adelantaron, quizá sintieron vergüenza, como que “no son de azúcar”. Pedalear con lluvia no es muy agradable al principio, pero luego, una vez empapado, tampoco está tan mal. Además no hacía frío. Al menos para mí.
   Continuo hacia Son Severas, pero de pronto desaparecen las señales. Pregunto a la gente, nadie sabe darme indicaciones. La vía cruza el pueblo, así que salgo en búsqueda de alguien para preguntarle. Justo la lluvia para y un hombre sale de un bar para coger su coche. Le pregunto dónde coger para Manacor y dice: ...Mmm....está lejos, unos 20km, además me parece que va a llover..... Umm.....eso lo dice por las nubes o qué??? Bueno, nos hemos reído un rato y me explica por dónde tengo que ir. No sé cómo dejé caer que estaba siguiendo la vía verde y dice el tío.... Ah, entonces sí. Puedes ir por la vía verde, es el antiguo tranvía Arta-Manacor.
Joder con estos conductores, si no lo hubiera mencionado tendría que haber seguido por carretera.


   La vía verde es bonita, la foto está algo nublada porque el objetivo se empapa, además empezó llover de nuevo, aunque no tan fuerte.


   Lo único negativo es que, como es un camino de tierra, con toda la lluvia uno se mancha mucho. Charcos no había, la vía está bien mantenida, pero las ruedas me tiran mucha arena, piedras y barro encima. La primera cosa que hice al llegar Manacor fue encontrar una gasolinera con lavado a mano y lavar la bici y mis pies, porque me daba vergüenza subir así al tren, sin mencionar lo de llegar a casa del amigo de mi amigo, a quien ni conozco. De todos modos, mis pies y mis zapatos estaban tan mojados que la máquina no mejoró mucho las cosas. Al menos mis zapatos recuperaron su tono negro habitual.


   No tengo ni idea de porqué estaba pintado ese lagarto al suelo, pero lo vi en muchos sitios por el pueblo.  


   Mientras esperaba el tren (había perdido incluso el de las 18.30, escribí a la chica diciéndole que iba a tardar una hora más, antes de que se enfadara y vendiera el saco a otra persona) me tomé un café. Para que quede constancia, es muy difícil empujar la bici, llevar el café y al mismo tiempo tener el billete a mano para entrar al tren, especialmente cuando el billete es simplemente un ticket de papel fino. Pero como podéis ver, problema resuelto. Así que al final, tranquilito en el tren, de buen humor (de verdad, a pesar de la lluvia me sentía de “fruta madre”), me tomo el café, leo mi librito y en el silencio se oye una voz diciendo: ¨Joder, ¿esto no es donde tenemos que cambiar de tren?¨. Salté como un curry demasiado picante para un estómago sensible. El libro en la mochila, la mochila en la espalda, la riñonera en su sitio, teléfono, tonterías, la bici y a correr. Por la ventana echo un vistazo más por si no he olvidado algo y veo otro tren está a punto de salir. Justo a tiempo.
   El resto no tiene mucho que contar. Me encontré sin problemas con la chica, compré el saco, busqué un sitio dónde voy a dormir y sobre las doce me fui a visitar Morfeo.

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