20.10.2016
Y llegó el momento a abandonar la isla e
irme a Málaga. Ya lo tenía planeado desde el año pasado, pero en aquella
ocasión posible, aunque ahora no recuerdo el porqué. Poco antes de viajar a Baleares había estado
pensando cómo organizar mi equipaje antes de irme a Ibiza, de tal manera que
intenté meter la tienda de campaña y el saco de dormir en la maleta, pero no
cabían. Tampoco podía llevar más maletas, viajaba con mi jefe y me había
advertido de que no habría mucho espacio libre en el coche y eso que, aparte de
la maleta, también llevaba el cajón con la bici. Aun así había cargado las
alforjas, el camping gas y las cosas para cocinar con una esperanza que no fueran
un peso innecesario.
A medida que se acercaba el día de mi
partida empecé buscar tiendas de campaña y sacos de dormir de segunda mano,
pero eso en Ibiza no es cosa fácil. Este no es el típico turismo habitual de estos
lares: de segunda mano no se encuentra casi nada. Con la tienda la cosa fue más
simple, compré la más barata de Decathlon, vale unos 23 euros, no es una
maravilla, pero tampoco me hacía falta algo mejor para siete días. Es ridículo
tener dos tiendas en casa y tener que comprar otra, pero... Con el saco fue más
complicado. En Decathlon los hay baratos, incluso por debajo de los 10 euros,
pero son para la temporada de verano y viajando por el sur de España, nunca
sabes si hará fresco por las noches. Además, ya había pasado por la misma
experiencia en Marruecos, dormir en un saco no diseñado para el frío que hacía,
y no quería repetir la experiencia. Por otra parte, tampoco me apetecía gastarme
50-60 euros en algo que no necesitaría más de una semana, y por último, en casa
ya tenía un saco bastante bueno.
Al final encontré
uno de 5º grado y 0º de límite por ocho euros, increíble. Pero había que ir a
recogerlo a Mallorca. Aunque tampoco es que me supusiera un gran problema
porque podría visitar a un amigo que tengo allí y recoger un ejemplar de su
libro. El problema fue que el saco estaba reservado. Escribí a la dueña, para
ver si había suerte. Mientras esperaba respuesta estuve pensando en otras
posibilidades, una de las cuales fue llevarme una manta conmigo, pero pesa
mucho para la bici y además era del jefe, aunque no creo que él fuera a darse cuenta.
Cinco días
antes de salir recibí la contestación: el tío que había reservado el saco no se
había presentado, y que si todavía lo quería.... LO QUIERO! Cómo iba a negarme
a comprar por ocho euros un saco que normalmente vale 60.
La chica
tampoco tenía mucho tiempo libre y podíamos vernos únicamente la noche antes de
irme de la isla, esperaba que no hubiera problemas... Pero bueno, no hace falta
calentarse la cabeza, de todos modos me llevaré una sabana.
Llegó el día de la salida. El ferry zarpaba
a las 3.25 de la madrugada y yo tenía que trabajar, tenía un último espectáculo
esa misma noche. Pensaba dormir por la tarde, para no estar muy cansado mañana al
llegar a Mallorca, pero me fue imposible, estaba demasiado nervioso. Al final me
pasé el día paseando, tomando café y leyendo mi libro, aunque con los nervios
tampoco pude leer mucho. Lo único que me quedaba era terminar el trabajo,
guardar los vaqueros en la maleta, ponerme las mallas y darle la maleta al jefe
para que me la devolviera en Málaga a mi regreso.
Me sentía
algo tenso: el ultimo ¨viaje¨ que había hecho había durado solo cuatro días y de
eso habían pasado muchos meses, además había viajado por una zona que me era
conocida. Mi jefe me dijo: “Si quieres te doy la última noche libre para que
puedas organizarte”, pero no me pareció bien, me hubiera vuelto loco de
aburrimiento esperando la hora. Hasta las 11 tenía el tiempo cubierto, esperar
hasta las dos, cargar la bici en la furgoneta y esperar a mi compañero que me prometió
llevarme al puerto.
Pero mi compi se fue a por algo, no sé dónde,
y sobre la una me dí cuenta de que se había olvidado de mí. Me puse todas las
luces, el chaleco reflectante y a pedalear. Tuve suerte, toda la tarde había
estado lloviendo, pero poco antes de salir, la lluvia cesó y la luna me sonrió
tímidamente entre las nubes.
Llegar al puerto no es difícil, está a unos
15km, la mitad en subida, la otra mitad en bajada, así que la cosa se
equilibra. Además tampoco hacía frío, pedaleaba en manga corta.
Llegando a puerto, todo estaba bajo control.
El billete comprado hacía una semana (unos 23 o 24 euros con el descuento de
residente) y lo único que me quedaba era esperar a que viniera el ferry.
21.10.2016
A Mallorca llego temprano, sobre las siete
de la madrugada. He conseguido dormir unas 2 horas (no está mal para un
trayecto de 3h), me siento descansado, descargo la bici y salgo pedaleando. No
sé a donde, pero pedaleo. En realidad tengo que ir a La Cala Rajada, donde vive
mi amigo, pero hasta allá hay unos 80km. Puedo llegar en bici sin problemas,
pero no tendré tiempo de verme con mi amigo. El plan es coger el tren hasta
Manacor y pedalear los 30km que me quedan. Así tendremos tiempo de vernos,
pasar la noche y el día siguiente, a media mañana, salir a Manacor y Palma de
Mallorca, donde dormiré en la casa de un amigo suyo, y levantarme temprano y
coger el ferry a las 8 de la mañana.
Pedaleo tranquilito por el carril bici (hay
un carril a la orilla del mar muy cómodo, aunque algo estrecho en algunos
lugares) y paro al ver a un tío recogiendo basura de los cubos para preguntarle
dónde se puede coger el tren. “Pueees...el tren sale desde la plaza España,
pero como explicarte...sigues por el carril unos cuatro kilómetros más (¿cómo
lo has calculado tío???) y después giras a la izquierda, pero no sé cómo
explicarte donde girar”. “No se preocupe, una vez sabiendo la dirección
aproximada yo ya me arreglo”.
Todavía es de noche (oscuro al menos) hay
muchos ciclistas usando el carril para ir a trabajar, al colegio, no sé... Por
lo que se ve, si hay infraestructuras la
gente las aprovecha.
La estación de tren la encontré sin
problemas, había indicaciones para la misma y la plaza. En el tren puedes subir
con la bici, pero debo tener en cuenta que la línea no esta electrificada del
todo, así que debo cambiar de tren. “Ningún problema, dame el billete, el tren
sale en 8 minutos”.
No me entero de para qué son esos ganchos
donde deben ponerse la bicis. No veo cómo puedo enganchar la bici allí, claro
que tampoco se molestan en decirme cómo puedo apañármelas…
Mi amigo me
llama para saber ver por dónde voy y me dice que es una pena, que el tiempo será
malo y llovioso. Yo miro por las ventanas- a la izquierda nubes y lluvia, a la
derecha nubes y lluvia, encima mía el cielo casi despejado... bueno, ya
veremos.
La estación para cambiar de tren está en
medio de la nada, es súper estrecha, apenas tiene dos metros, casi no cabe la
bicicleta. Bueno, al final llego a Manacor, bajo del tren y salgo en la dirección
que creo es la mía. En una acera me paro para preguntarle a un hombre que
quiere cruzar la calle, pero antes de poder decirle nada, el tío levanta la
mano para agradecerme haber frenado y se va. Intento preguntarle a una chica,
pero lleva auriculares y no me hace caso. Por suerte en la rotonda hay señales
y una me indica hacia dónde debo ir.
Pedaleando al lado de un edificio que parece
un almacén (solo muros blancos y nada de ventanas), paso por la puerta y...
...y me doy cuenta de que es una panadería-pastelería
y una mujer mayor prepara buñuelos delante. Tenía hambre y se me hizo la boca agua.
No tenía ganas de parar a tomar café y el desayuno porque mi amigo me estaba
esperando, pero esto es un desayuno de lujo. Me pregunta cuántos quiero, un
kilo, medio kilo, un cuarto....le digo que un cuarto es suficiente; me cuesta
3e. Esto no lo esperaba, aunque pensándolo bien tampoco es tan caro. En las
ferias, por 2.50 te echan unas 6-7 unidades mientras que la mujer me ha puesto de
25 a 30 buñuelos en el paquete, más que suficiente. Me como la mitad y engancho
la bolsa al manillar para comerme el resto pedaleando. Ahora todo es más
sencillo, puedo seguir las indicaciones. De pronto me encuentro al otro lado de
la estación... había cogido la dirección equivocada desde el principio y prácticamente
le he dado la vuelta a medio Manacor.
Total que, salgo de Manacor y empiezo a
pedalear de verdad. El cielo está despejado, no hay peligro de lluvia, pero el
terreno no es llano, más bien lo contrario, voy subiendo y bajando una colina
tras otra. Mi amigo me llama de nuevo para saber por dónde ando, le contesto
que estoy llegando a Arta. “Y qué
diablos haces en Arta?” “Y yo ¿qué
coño sé?, estoy siguiendo las indicaciones”. Más tarde me enteraría de que había
hecho unos 10 o 15km de más.
En realidad las cuestas no eran tan duras, pero
me costaron. Resulta que el año pasado estuve en esta isla trabajando durante
un mes y me había imaginado que era una isla más o menos llana, pero claro,
desde el coche todo se ve diferente. Psicológicamente no estaba preparado para
tantas subidas y en ese momento empecé a preguntarme adónde coño iba en bici,
si estos 30-40km me estaban machacando, no quería pensar en lo que me
esperaba.... Al final resultó que los hice en unas dos horas, lo que tampoco
está tan mal.
Finalmente llego a Cala Rajada y mi amigo me
pregunta si quiero subir una colina cercana, que ve cada día desde la puerta
del trabajo... estoy cansado y quiero dormir... “Coño, no he venido aquí para
dormir, venga, vámonos”. Ni me cambié de ropa, ni nada: guardé la bici, cogí la
cámara y al ataque. Pasamos por el Lidl a comprar agua y algo de comer y nos
vamos a caminar, a buscar senderos. Preguntamos
a un tío que estaba paseando a su perro. No hay manera, no hay senderos, es imposible
llegar arriba a pie, hay demasiado arbustos. Pues vale, gracias, y seguimos hacia
adelante. De repente vemos algo, algo como un sendero: parecía una estrecha
rambla horadada por el agua que baja de la colina en los días lluviosos. Al
final tenía la razón. La subida no era muy dura, solo los arbustos nos arañaban
las piernas, pero llegamos.
Una vez en la cima de la colina, a la que no podíamos subir, bajamos por
el otro lado y nos acercamos a la playa, un sitio precioso, por cierto.
No sé que representa esa estatua, pero ahí
estaba...
...y aquí, una cuevecita bajo del paseo marítimo.
Y aquí estamos, discutiendo sobre las cosas
de la vida. Más concretamente sobre las curvas de las chicas que por allí pasaban,
si no me engaña la memoria...
Y aquí estoy yo con mi libro y su autor. Por
cierto el libro esta hecho a mano y pronto estará traducido al español.
Lo que hice por la tarde no lo recuerdo
bien. Me acuerdo de que mientras mi amigo estaba trabajando me fui de paseo por
unas calles que no estaban iluminadas, sin otra intención que deambular. Después
fui a hacer compañía a mi amigo, tomar alguna cerveza y finalmente vimos algunos
capítulos de ¨Juego de Tronos¨, serie de
la que no había visto capítulo alguno hasta entonces.
22.20.2016
Hoy nos levantamos y salimos de paseo,
tomamos café y pensamos qué vamos a preparar para comer. El tiempo era algo irregular,
fresco, muchas nubes. Volvemos en casa, preparamos la comida y nos sentamos
delante de ¨Juego de Tronos¨ mientras comemos. Al poco, el tiempo mejoró y el
cielo se despejó y decidimos darnos un corto paseo hasta el faro.
Aquí un amiguito tomaba su fiesta y no le
importaba quién pasara por allí.
Nos hemos encontrado con unos caminitos muy
bonitos, donde apareció una cartera perdida. Dinero no había, pero estaba llena
de tarjetas y documentos de un alemán, la guardamos para dársela a algún policía
cuando lo veamos.
Llegar al faro es fácil, además la carretera
está pavimentada.
Y ésta es la vista, también se ve una
antigua torre de vigilancia. Claro con un 42 de zoom podría haberle hecho fotos
desde mucho más cerca, pero entonces ¿cómo podríais contemplar el paisaje? Torres
de esas hay por toda la costa española. En el camino a casa pasaré por muchas
de ellas.
Por cierto la isla es bonita y si estáis
buscando un sitio tranquilo, Cala Rajada es una buena opción. No hay mucho
ruido, tiene todas las comodidades para pasar unas buenas vacaciones, bares,
restaurantes, Mercadona, Lidl, transporte público hacia Palma... Tan solo me
faltó ver las playas, no sé como son, no les hice mucho caso.
Sobre las dos y media estábamos en su casa y
era hora de despedirnos. A la chica del saco le había dicho que cogería el tren
de Manacor a las 18.30, pensando en coger el tren una hora antes para tener tiempo
de sobra. El amigo de mi amigo estará trabajando hasta muy tarde, así que allí
no habrá problemas.
Entre preparar las alforjas, bajarlas, bajar
la bici y cargar me habían dado casi las tres y media y me di cuenta de que era
poco probable llegar al tren de las cinco. Además empezaba chispear.
Me equivoqué saliendo del pueblo. Es
pequeño, pero la calle por donde llegué es de una sola dirección y no tenía
ganas de pedalear por la acera, pero al final no me quedó otra. Y mientras
tanto empezó llover, pero a llover como dios manda. Un auténtico aguacero. Y yo
pedaleando como un loco para llegar al Mercadona. Llevaba puesta mi chaqueta de
lluvia y mis alforjas impermeables, pero la bolsa del manillar es solo resistente
al agua, lo que significa que no se puede “nadar” con ella... Y estaba cayendo un
diluvio en ese mismo momento. Llego al Mercadona, dejo la bici al resguardo de
la lluvia y entro para comprarme dos bolsas. No es que una no me sirva, es que
no quiero que luego me hagan falta. Salgo fuera, la lluvia ha cesado. Aun así
empaqueté la bolsa antes de seguir.
El día anterior me explicaron por dónde era mejor
rodar para no hacer más kilómetros de los necesarios. Pero las señales volvieron
a confundirme, tuve que sacar el teléfono y tirar de GPS. Al final, para volver
de nuevo al camino, tuve que cruzar un pueblo, subiendo una buena cuesta. También
bajarla, claro.
Sigo pedaleando, casi no llueve, la cámara
la tengo delante mía, pero escondida por debajo del chubasquero, lo malo es que
el objetivo se está empapando. Unos kilómetros mas allá me encuentro con un túnel...
...poco antes hay una señal de una ruta
ciclista. Justo entonces me cruzo con un ciclista alemán. Dice que el camino es
bueno y que merece la pena, mejor que cruzar por el túnel. Sí, pero por lo que
veo en el GPS, eso me haría rodar un kilometro más que por la carretera,
mirando el carril, observo que comienza en una cuesta muy dura para subir por
encima del túnel y el tío lleva una bici de carretera con unas ruedas más finas
que mis dedos. A todo esto, el túnel no tiene más 200m de largo. Así que, luces
a tope y palante.
Al otro lado del túnel me paro para hacer
alguna foto y me pregunto si no debo guardar el chubasquero, hace un buen rato
que no llueve. Mientras resuelvo mis dudas veo como, tras una curva, se acerca
una cortina de agua. Rápidamente escondo la cámara debajo del chubasquero,
capucha, casco, tub.... joder macho, he olvidado el tubo para bucear....y palante.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, creo que no mucho, bajo la carretera se adivina
una vía verde. Cruzando un puente miro por donde puedo bajar hacia ella y me
tiro sin pensarlo. Bajo el puente me encontré con cuatro alemanes que no
estaban preparados para lluvia y no sabían qué hacer. Me dijeron que la vía va
hacia Son Severas, mi destino y sigo mi ruta. Poco después me adelantaron, quizá
sintieron vergüenza, como que “no son de azúcar”. Pedalear con lluvia no es muy
agradable al principio, pero luego, una vez empapado, tampoco está tan mal. Además
no hacía frío. Al menos para mí.
Continuo hacia Son Severas, pero de pronto
desaparecen las señales. Pregunto a la gente, nadie sabe darme indicaciones. La
vía cruza el pueblo, así que salgo en búsqueda de alguien para preguntarle.
Justo la lluvia para y un hombre sale de un bar para coger su coche. Le pregunto
dónde coger para Manacor y dice: ...Mmm....está lejos, unos 20km, además me
parece que va a llover..... Umm.....eso lo dice por las nubes o qué??? Bueno,
nos hemos reído un rato y me explica por dónde tengo que ir. No sé cómo dejé
caer que estaba siguiendo la vía verde y dice el tío.... Ah, entonces sí. Puedes
ir por la vía verde, es el antiguo tranvía Arta-Manacor.
Joder con estos
conductores, si no lo hubiera mencionado tendría que haber seguido por
carretera.
La vía verde es bonita, la foto está algo
nublada porque el objetivo se empapa, además empezó llover de nuevo, aunque no
tan fuerte.
Lo único negativo es que, como es un camino
de tierra, con toda la lluvia uno se mancha mucho. Charcos no había, la vía está
bien mantenida, pero las ruedas me tiran mucha arena, piedras y barro encima.
La primera cosa que hice al llegar Manacor fue encontrar una gasolinera con
lavado a mano y lavar la bici y mis pies, porque me daba vergüenza subir así al
tren, sin mencionar lo de llegar a casa del amigo de mi amigo, a quien ni
conozco. De todos modos, mis pies y mis zapatos estaban tan mojados que la máquina
no mejoró mucho las cosas. Al menos mis zapatos recuperaron su tono negro habitual.
No tengo ni idea de porqué estaba pintado
ese lagarto al suelo, pero lo vi en muchos sitios por el pueblo.
Mientras esperaba el tren (había perdido
incluso el de las 18.30, escribí a la chica diciéndole que iba a tardar una
hora más, antes de que se enfadara y vendiera el saco a otra persona) me tomé
un café. Para que quede constancia, es muy difícil empujar la bici, llevar el café
y al mismo tiempo tener el billete a mano para entrar al tren, especialmente
cuando el billete es simplemente un ticket de papel fino. Pero como podéis ver,
problema resuelto. Así que al final, tranquilito en el tren, de buen humor (de
verdad, a pesar de la lluvia me sentía de “fruta madre”), me tomo el café, leo
mi librito y en el silencio se oye una voz diciendo: ¨Joder, ¿esto no es donde
tenemos que cambiar de tren?¨. Salté como un curry demasiado picante para un
estómago sensible. El libro en la mochila, la mochila en la espalda, la
riñonera en su sitio, teléfono, tonterías, la bici y a correr. Por la ventana
echo un vistazo más por si no he olvidado algo y veo otro tren está a punto de
salir. Justo a tiempo.
El resto no tiene mucho que contar. Me
encontré sin problemas con la chica, compré el saco, busqué un sitio dónde voy
a dormir y sobre las doce me fui a visitar Morfeo.
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